Portugal anuló a España en fases del partido. Ronaldo falló un mano a mano en el minuto 89. Iniesta, en la prórroga. Los penalties decidieron. Alves falló. Ramos, a lo panenka.
España se mete en la finalísima de la Eurocopa después de un partido agónico, prórroga incluida, que sólo se decidió en penalties. En el global de los 120 minutos, España mereció el pase, sobre todo por su desempeño en el tiempo extra. Porque Portugal salió sin arrugarse lo más mínimo, a comerse a España desde el inicio. Y por momentos, consiguió que La Roja echara de menos el ‘aburrimiento’ de partidos anteriores durante el tiempo reglamentario. Pues el encuentro discurrió sin un dominador claro, mucho mediocampismo, y mucho puñetazo al aire. De hecho, la mejor ocasión de todas llegaría en el último minuto del tiempo reglamentario, con Ronaldo mandando a las nubes un mano a mano con Casillas. Aunque eso sí, a igualdad de fuerzas, España fue muchísimo mejor en la prórroga. Y ahí, Iniesta con un mano a mano errado tuvo la oportunidad del encuentro. Sergio Ramos, Navas y Pedro a punto estuvieron de marcar, pero la tanda de penalties fue la que decidió. Y ahí fue clave el fallo de Bruno Alves, que Sergio Ramos a lo panenka y Cesc hicieron valer.
No empezó el partido como quizás deseara España. O al menos, como habían comenzado los anteriores. Y es que Portugal salió al campo a mirarle a La Roja directamente a los ojos, cara a cara, a presionar arriba, a atacar, a intentar jugar sin rifar el balón y sin encerrarse en campo propio. Una muy buena Portugal. Mejor de lo que parecía al principio del torneo. Como muchos temían, esa Portugal no estaba siendo sólo Ronaldo. Y con sed de sangre. Lo que dificultó sobremanera el juego de control y posesión de la selección española. Si los famosos dos días más de descanso fueron clave para ello, nunca se sabrá. Pero bien podría ser.
Los medios lusos cerraban muy bien los huecos entre líneas, y los atacantes mordían la salida de balón de la defensa española. Lo que, unido a cierta imprecisión en los jugadores españoles, llegó a provocar cierta añoranza hacia esos partidos aburridos, superlativamente controlados, y siempre cerrados con una victoria que, en este caso, hubiera significado el pase a la final. No en vano, la primera posesión realmente larga de La Roja llegaría pasados veinte minutos. Negredo era esta vez la referencia en ataque, y sin embargo esta vez casi no le llegaba el balón. El cuero pasaba de los jugadores de un equipo a los del otro alternativamente, sin casarse con ninguno de ellos. Y tal era la igualdad en el juego que, antes del descanso, ambas selecciones se repartieron posesión y acercamientos.
Veloso casi sorprende con un córner camino de ser olímpico, Ronaldo tuvo un par de subidas peligrosas por la banda izquierda, e incluso un disparo desde el borde del área que se marchó lamiendo el poste. Mientras tanto, Iniesta tuvo un tiro desde lejos que se marchó alto por poco, igual que otro disparo de Arbeloa tras una buena triangulación entre Silva e Iniesta. Pocas oportunidades, y sobre todo, poco control y dominio para lo que venía acostumbrando España, cuya mejor noticia casi fue que Portugal tampoco exigió a Casillas pese a que estaba jugando como nunca.
Y este baile de puñetazos al aire siguió sucediéndose tras el paso por los vestuarios. Portugal no presionaba igual, pero España, aunque mejor, tampoco alcanzó a subir la marcha más que demandaba el partido. Ni aunque Vicente Del Bosque movió el banquillo dando salida a Cesc y Navas por Negredo y Silva, en la búsqueda de nuevas vías hacia el gol que se resistía. Todo siguió igual. Atropellado, con muchas faltas del lado luso y pocas tarjetas para tantas infracciones, y tan pocas ideas claras como ocasiones. Xavi lo intentó desde lejos, pero Rui Patricio detuvo sin problemas. Y Cristiano Ronaldo lo intentó en dos faltas que, casi como siempre, quedaron en nada. Fue en el último minuto de partido cuando llegó la ocasión más clara de toda la noche, en un contraataque para Portugal cuatro contra dos tras una jugada a balón parado. Pero Ronaldo, solo ante Casillas, mandó el balón a las nubes. Lo más difícil para semejante ocasión que seguro puso el corazón de media España en un puño. La prórroga que no parecía querer España fue inevitable.
Y paradójicamente, fue lo mejor que le pudo pasar a la selección española. Portugal aculó, quizás por físico o por falta de testiculina, y con Navas y Pedro -que había salido por Xavi- por las bandas, La Roja tuvo mucho mayor control, y además, profundidad. A igualdad de fuerzas, España era mejor. De hecho, de una jugada de Navas, Jordi Alba y Pedro nació la mejor ocasión, pero Rui Patricio hizo la parada de su vida a un tiro de Iniesta desde el área pequeña. Y antes del descanso de la prórroga, Sergio Ramos a punto estuvo también de marcar en una falta directa desde lejos.
Navas también exigió a Rui Patricio ya en el minuto 110 después de una buena combinación en ataque. El rechace se lo devolvió Pepe a su cancerbero, pero el árbitro turco no lo entendió como una cesión que hubiera sido medio gol. Pedro no llegó a acertar en un contraataque en el que le falló la velocidad para encarar al portero luso. La tanda de penalties también estaba escrita de antemano. Y ahí fallaron tanto Xabi Alonso como Moutinho los primeros, marcaron Iniesta y Pepe, también Piqué y Nani, marcó Sergio Ramos increíblemente a lo panenka, Bruno Alves lo mandó al larguero, y fue Cesc el que hizo valer el fallo luso para entrar en la finalísima. Sufriendo hasta el final, pero a sólo un paso ya de la triple corona.
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